©valeria nieves
Las mujeres crecemos como café soluble: instantáneamente. Nos disolvemos en los problemas y luego meditamos sobre lo que ha pasado.
Sobrenadamos en cada pequeño instante vital y las lágrimas son la salpicadura de la zambullida. Nos sacudimos con el seísmo y simplemente se desprenden provocando un cierto desapego.
Eso nos permite ignorar los cumpleaños.
A Lu, que no sabe su edad.
ResponderEliminarCariños. Ni.
Gracias, muy bonito el regalo. Besos
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