En las aguas turbias de un sueño roto,
busco los restos de un fracaso.
Hay una casa grande en una ciudad amorfa,
una chimenea sin fuego,
un calor de radiadores,
un frío en las entrañas tristes de la tarde.
Hay una casa grande
donde suceden pasillos interminables
que no encuentran las alcobas
en las que un día sonreímos con el gateo de un niño.
Hay una chimenea sin fuego,
un amor que se perdió en el tiempo,
un ramo de lilas de cuando entonces,
de cuando ella aún sonreía a la vuelta del paseo.
Hay un fuego lento en la cocina
que tantas veces ardió de amor y condimentos.
Hay una noche tenebrosa
en la que ella cantaba,
con una voz que aterraba a la oscuridad.
Por los largos pasillos
a la hora del sueño.
En las aguas turbias de una vida gris,
en la que nada fue suficiente,
repaso las horas,
entretejiendo los hilos de la nada.
El sueño se ha convertido en poesía y es la segunda en el blog con el transfondo de un sueño. ¿Me lo permite, seño?
ResponderEliminarEl narrador omnisciente, en este caso, sabe demasiado para resumirlo en las líneas convenientes para el blog.
ResponderEliminar...te has adelantado a mi comentario, ¡so bruja!
ResponderEliminarBueno, creo que ese calificativo que me aplicas era indispensable para formar parte del Círculo de las Hermanas del Perpetuo Desorden.
ResponderEliminarQue no sé porqué no ha aparecido...
ResponderEliminarMe parece bueno que se perviertan las propuestas en este lugar.
Pero creo que hay un narrador omnisciente, pero vago, que podría escribir un buen relato corto de ese sueño. jejejeeeee.
Más que vago, temeroso.
ResponderEliminar¡Ahhhhhh! Para eso escribimos, para conjurar demonios.
ResponderEliminarNigella erró y Lu se lo hizo saber:
ResponderEliminar"Que no sé por qué..."
La verdad es que ese espíritu ya lo he conjurado en otra parte, en otro relato y ahora no es tiempo de volver a él.
ResponderEliminarAdemás para eso escribirás tú, yo lo hago para ver si me saco del magín un best seller.
ResponderEliminar