lunes, 26 de abril de 2010

UN NARRADOR EN BUSCA DE PERSONAJES

Una fría mañana de diciembre, nuestro narrador comienza el día eludiendo sus deberes patrios debido a su agotamiento físico y psíquico. Se sienta a la mesa frente a su ordenador decidido a encontrar al personaje que pueda darle vida a una gran historia. No tiene nada previsto, sólo un compromiso adquirido en su reunión semanal de escritores aficionados. Ha de contribuir con un cuento breve. Un cuento en el que algo pase y algo se solucione. Un cuento en el que se tenga presente el espacio en el que se desarrollan los hechos. Cuando llega a este punto siempre recuerda la frase que quedó grabada en su memoria, aunque ha olvidado a quién pertenece. La frase dice que “Hay callejones que invitan a un asesinato”. De todas formas las sentencias, como la poesía, son de quienes las necesitan y no de quienes las escriben, recuerda haber oído en la película de El cartero y Pablo Neruda. También es fundamental, en un cuento que se precie, prestarle especial atención al tiempo, ya que todo lo que sucede en el mundo está sujeto a su paso incesante e inmisericorde. Pero aquí el creador puede saltarse sus estrictas leyes y hacer que los minutos duren horas o las horas minutos, alargando o acortando el tiempo a su antojo, yendo hacia atrás o hacia delante, intercalando elipsis y tiempos muertos, todo ello, sin embargo, necesita una gran maestría para mantenerse dentro de la lógica y la coherencia del relato. Luego viene el narrador. El nuestro gusta de la omnisciencia por aquello de su semejanza divina y de su poder con respecto a los personajes, y además porque es un cotilla y le gusta estar enterado de todo, aunque de vez en cuando no desdeña la primera persona que le permite contar episodios de su propia vida. Hoy el relato había de centrarse en los personajes y prestarles una especial dedicación. Pero nuestro narrador se encuentra seco y falto de imaginación. No sabe qué personaje o personajillo sacarse de la manga, añora las habilidades del mago y le viene a la cabeza la última película de Wody Allen, Scoop, y envidia la gran inventiva de este medio perverso, loco del clarinete. En ella da vida a un mago que se ve inmerso en la investigación de un miembro de la alta sociedad londinense, sospechoso de ser el autor de una serie de asesinatos, colaborando con una hermosa estudiante de periodismo que no es otra que la deslumbrante Scarlett Johansson. Que mal repartido está el ingenio, piensa nuestro narrador, y se concentra en encontrar a su personaje. Deberíamos oírle hablar, piensa, para que él mismo se muestre, pero las únicas voces que llenan su cabeza son las de la rebelión de doscientos alumnos en desacuerdo con sus calificaciones, todos hablando a la vez y exigiendo una explicación de su fracaso. Son esos que se han pasado el trimestre hablando con el de al lado, faltando a clase, los que nunca han tenido ninguna duda. Hay otros, los menos, que están callados, y esperan pacientes el fin del conflicto. Total que nos hemos quedado sin espacio, sin tiempo, sin personajes, sin historia... Sólo nos queda un narrador frustrado que a pesar de todo ha conseguido llenar una página.

6 comentarios:

  1. El problema es que a un narrador agotado le cuesta escribir relatos divertidos, pero es posible que cambie: "Nada es".

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  2. ...el agotamiento es la mosca cojonera de la escritora más bragada.
    Voy a cenar y vuelvo, después, a leerlo.

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  3. Una segunda y más atenta lectura hace que aprecie más el relato.
    Humor caustico, ironía, y una buena trabazón.
    Me gusta.

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  4. Eres una crítica muy generosa. ¿Has pensado formar parte de un jurado de premios literarios de los gordos? Necesito un coche para ir a trabajar.

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  5. ¿No tenía Cortazar un relato que se titulaba así: "Los premios"?
    Voy a ver si lo localizo...

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  6. Sí, creo que era una novela pero ya no la recuerdo.

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